Ante tantas pálidas, con una dirigencia con un pensamiento muy alejando de lo que quiere el hincha, y con tantos años sin un rumbo, esta goleada es una pequeña caricia para el sufrido hincha antoniano que cada domingo renueva su pacto de fidelidad. Pero el árbol no debe tapar el bosque, más allá de disfrutar y gozar del triunfo, el destino del club debe cambiar.