Desde temprano encendieron las luces para iluminar el Santuario de Lerma y San Luís, pero cuando el equipo salio a la cancha se ilumino la ciudad, un recibimiento espectacular como solo es capaz la hinchada del único grande de Salta. Fuegos artificiales, bengalas de humo con los colores antonianos y las gargantas que estallaron al compás de los bombos y trompetas, varias lagrimas derramadas y una ciudad que se volvió a sorprender por el amor incondicional que los antonianos demuestran por los colores más bellos del mundo, el azul, el marrón y el blanco.